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Compartir no es sólo preocuparse: ¡está en los genes!

Puede que te hayas dado cuenta de que compartir y ser amable es un valor tradicional que está presente en prácticamente todas las culturas del mundo. Puede que no sea una coincidencia, sino que está grabado en nuestro cerebro.

SUPERVIVENCIA DE LOS GENEROSOS

Los antropólogos saben que los humanos han compartido recursos durante cientos de miles de años; de hecho, ¡es lo que condujo al increíble crecimiento demográfico que convirtió a los humanos en una especie endémica! Cada vez nos dimos más cuenta de que repartir recursos como la comida y las oportunidades de apareamiento ayudaba a prosperar al mayor número de individuos y a su descendencia, y los que portaban la tendencia a cooperar prosperaban y crecían. A lo largo de milenios, nuestros cerebros se desarrollaron de forma natural para reconocer instintivamente los beneficios de compartir, lo que nos ayudó a evolucionar hasta convertirnos en las criaturas sociales que somos hoy.

CREACIÓN DE COMUNIDADES

Esta ventaja táctica no era sólo para la supervivencia básica: compartir con los demás también ha sido crucial para crear fuertes lazos sociales dentro de un grupo. Cuando compartimos con los demás, creamos una sensación de confianza y pertenencia que conduce a una mayor cooperación y a un sentimiento más fuerte de comunidad. Llevarse bien y trabajar juntos fue crucial para la supervivencia de las primeras sociedades, lo que dio lugar a iniciativas cooperativas como la agricultura y la construcción de ciudades.

EMPATÍA

Mientras recorríamos este camino evolutivo, desarrollamos involuntariamente algo curioso: la empatía. Nuestra capacidad para experimentar empatía y elegir ser amables o generosos es universal, lo que lleva a la mayoría de los antropólogos a creer que se desarrolla independientemente de la cultura: es innata.

Aunque los principios evolutivos se centran generalmente en la supervivencia del yo, ser empujados a valorar activamente la vida de los demás parece ser también lo mejor para nosotros: ¡el cerebro incluso libera hormonas "felices" como la serotonina cuando nos relacionamos con personas con las que empatizamos y nos preocupamos para fomentar el comportamiento de compartir!

Aunque es muy probable que compartir tenga raíces en nuestra neurología, siempre seguiremos demostrando a nuestros seres queridos lo mucho que nos importan. Pensándolo bien, la mejor forma de hacerlo podría ser un día para celebrar esos lazos con helados ilimitados y actividades de conexión en el Museo del Helado.

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